Aquélla vez organizaron un juego,
repertorio de muerte y de vida.
El dolor era de los ajenos,
y victoria salvar el pellejo.
¿Para quién preparó el general
ese débil, siniestro tablero?
se perdieron las piezas de a una,
y tan sólo quedó la pavesa.
Otra vez perdió el jugador,
pera esta vez,
le costó su cabeza.
Hoy el péndulo está al otro lado,
siento miedo, un pánico ahogado,
las cortinas de humo me asustan,
la justicia,
no se ha
instalado.
Fotografías, gentileza de Arte del Mundo, los derechos pertenecen a sus autores.
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